Cuando pequeño permanecía en
actitud contemplativa. Gran parte de su niñez se la jugó en solitario imaginado
y recreando escenas tan reales como su misma condición de niño.
El mundo de los adultos le era ajeno.
No lo comprendía, como tampoco entendía por qué los adultos menosprecian el
suyo, si sólo se ocupaba de descubrir la vida, aunque no supiera con certeza
cómo abrirse paso para embarcarse en su propia travesía.
De pronto una sordina de irrealidad pareció rodearlo todo: la calle abarrotada, las multitudes excitadas... La vida se volvió borrosa y ajena: Los carteles se volvieron ilegibles; las luces se difuminaron, convirtiéndose en radiantes círculos de luz que, empastados unos con otros, formaban un continuo multicolor, sin significado. Apenas podía descifrar el rostro del desconocido con el que acababa de tropezar, ni su expresión consternada: Lo siento, lo siento de verdad... mientras me tendía algo que se había apresurado a recoger del suelo y que aún no era consciente de haber perdido: mis gafas.
Sus días eran eclipses, sus noches: blancos. El insomnio fue siempre un puerto, el proyecto vital un barco. Sueño de los ojos que se sueñan divisando Ítaca y los prodigios. El nunca se percató de ese manto; sus ojos un día se curvaron como las olas en el horizonte sin fin y sin principio. Un día soñó que lo soñaron: se levantó, entró a la Ilíada y sigue recalando en los puertos fantasmas del presagio.
Jennie Ostrosky. No. 102, Abril-Junio 1987. Tomo XVI – Año XXIII. Pág. 155
LA ODISEA
A Ulyses lo tentaban los últimos modelos sports nausica, Calipso, Circe, pero la tentación nunca llegó a dominarlo por completo. En realidad, permanentemente, aún en plena carrera en las autopistas de la época, añoraba a Penélope, el sedán cuatro puertas negro, motor de pocas revoluciones, no muy gastador de combustible y de larguísima duración.
Ariel Méndez. No. 102, Abril-Junio 1987. Tomo XVI – Año XXIII. Pág. 154
ULISES
La verdad es que tras oír el canto de las sirenas Ulises enloqueció. A causa de su descomunal demencia abandonó los paradisíacos placeres que le ofrecía el mar y regresó junto a su esposa, a quien la abstinencia y las malas lenguas, también, habían enloquecido.
Sépanlo bien, escribanos: No cantamos para él porque nos difamaron diciendo que olíamos a pescado, que formábamos tropel entre las causas perdidas, igualándonos con las suripantas, ¡ja! ¿Que Ulises nos poseyó ingeniosamente para ya no volver a nuestro lecho? Ensueños de marino en alta mar y patrañas de poeta.
Si supieran. Ulises apenas desembarcó, se quedó dormido por cansancio. Contó luego por ahí que se amarró al mástil mientras le untaban cera en el caracol de los oídos y ordenaba a su tropa marinera que no lo dejaran atracar en esta ínsula de playas apacibles y remansos de mar si el vórtice de nuestro canto lo atrapaba, infundios que luego propaló ladinamente entre sus rapsodias aquel poeta invidente y con él, ustedes.
Sí, apenas salmodiamos para aplacar su sueño de náufrago a la deriva. Y según la buena palabra de la nereida bicaudal que lo velaba, dormía agitado, lubricado por la esposa tejedora, Penélope, el nombre que susurraba en su descanso de alcoba silente.
Antes de volver a su barco, desvaneció con agua dulce el sudor agrio, las costras de sal adheridas a su torso y su imberbe barba pilosa.
El testimonio de sus libros apenas recoge esos infundios de marinero célibe.
Javier Perucho. Microrrelatos inéditos que forman parte del libro Anatomía de una ilusión.
LA SIRENA INCONFORME
Usó todas sus voces, todos sus registros; en cierta forma se extralimitó; quedó afónica quién sabe por cuánto tiempo.
Las otras pronto se dieron cuenta de que era poco lo que podían hacer, de que el aburridor y astuto Ulises había empleado una vez más su ingenio, y con cierto alivio se resignaron a dejarlo pasar.
Ésta no; ésta luchó hasta el fin, incluso después de que aquel hombre tan amado y deseado desapareció definitivamente.
Pero el tiempo es terco y pasa y todo vuelve.
Al regreso del héroe, cuando sus compañeras, aleccionadas por la experiencia, ni siquiera tratan de repetir sus vanas insinuaciones, sumisa, con la voz apagada, y persuadida de la inutilidad de su intento, sigue cantando.
Por su parte, más seguro de sí mismo, como quien había viajado tanto, esta vez Ulises se detuvo, desembarcó, le estrechó la mano, escuchó el canto solitario durante un tiempo según él más o menos discreto, y cuando lo consideró oportuno la poseyó ingeniosamente; poco después, de acuerdo con su costumbre, huyó.
De esta unión nació el fabuloso Hygrós, o sea “el Húmedo” en nuestro seco español, posteriormente proclamado patrón de las vírgenes solitarias, las pálidas prostitutas que las compañías navieras contratan para entretener a los pasajeros tímidos que en las noches deambulan por las cubiertas de sus vastos trasatlánticos, los pobres, los ricos, y otras causas perdidas.
Augusto Monterroso
LA TELA DE PENÉLOPE O QUIÉN ENGAÑA A QUIÉN
Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.
Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.
Augusto Monterroso.
LA BÚSQUEDA
Esas sirenas enloquecidas que aúllan recorriendo la ciudad en busca de Ulises.
Hay viajes que se suman al antiguo color de las pupilas.
Después de ver la isla de Calipso ¿es que acaso Odiseo
volvió a mirar igual? ¿No se fijó un color
como un extraño cúmulo de algas
en sus pupilas viejas? Lo mismo que en los pliegues
mínimos de la piel
se fosilizan besos y desdenes, así los ojos filtran
esa franja turquesa del mar que acuna islas,
medusas de amatista, blancura de navíos.
La piel es vertedero de memoria
lo mismo que el poema. Pero acaso unos ojos
extrañamente verdes de repente dibujen
empapados de luz
un boscoso archipiélago perdido.
Aurora Luque
***
Yo conocí al griego Ulises. De regreso a su hogar, una tormenta lo había sacado de curso y su barco había naufragado finalmente en las costas de La Habana. Sin documentos que avalaran su nacionalidad lo confundieron con un cubano más. Era ya un anciano, pobre y harapiento. Había perdido toda esperanza de volver a su hogar; sin embargo siempre estaba dispuesto a enseñar a los isleños el difícil arte de construir balsas. Si no fuera por él jamás habríamos escapado de la isla.
Cuentan que Ulises , harto de prodigios, lloró de amor al divisar a su Ítaca verde y humilde. El arte es esa Ítaca de verde eternidad, no de prodigios.
Arte poética, Jorge Luis Borges
ÍTACA
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Konstantíno Petrou Kávafis
(En griego Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης. Alejandría, Egipto; 29 de abril de 1863 – 29 de abril de 1933) fue un poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna.
La cámara lo dice todo. Clisman
yace en la cancha y convulsiona. Tiene la cabeza lavada en sangre. Gritos van,
gritos vienen a su alrededor ¡Está muerto!, dicen. ¡Todavía respira!, insisten
otros. Dos agentes se acercan al cuerpo boca abajo, le dan vuelta con torpeza y
lo levantan. Es un niño con los ojos vacíos. Lo llevan cargado hasta una
camioneta y se van. Un perro negro corre con su aullido lastimero tras ellos.
Más gritos. Alguien pregunta si le tomaron la placa al agente que disparó. La
cámara guardó silencio.
Clisman recibió un disparo en
la nuca saliéndole por la frente para seguir su trayectoria criminal. Aun así,
el comandante pide a la comunidad que “no estigmaticen a los agentes” por lo
ocurrido y afirmó que “rechaza la violencia contra la sociedad”, agregó la
radio local.
Corría el mes de mayo del año en curso, cuando en mi otro yo, http://www.glosaslengualiteratura castellana.blogspot.com, (04 May 2012), reproducimos el artículo de Avran Noam Chomsky sobre "La manipulación mediática" y sus implicaciones en nuestro comportamiento desde los "mass media". Pues bien, hoy me encuentro con esta perla de video como vuelta de tuerca sobre el mismo tema.
En consideración a lo anterior, es de rigor decir que los comportamientos y las actitudes que mantenemos y las que observamos en los demás a lo largo de toda nuestra vida tienen su lógica, resultando de forma adaptativa o desadaptativa con respecto al entorno que nos rodea, o también con respecto al respeto mutuo o en el autoritarismo. Como quiera, la lógica siempre estará presente en cada conducta y por tal razón nos cuesta discernir entre lo que sería negativo para nosotros o para los demás, de aquello que no vulnera derechos.
Pero, ¿cuál es la lógica de la manipulación? La manipulación es el manejo de ciertas situaciones mediante la utilización de nuestras capacidades o habilidades sociales, que aunque no se distinguen fácilmente, dicen los conocedores del tema que tienen un mismo hilo conductor capaz de crear confusión y emociones encontradas.
Es de recordar que el pensador norteamericano no es exactamente el verdadero autor de este decálogo, sino Sylvain Timsit, quien en verdad hizo alusión a las "10 estrategias de los medios para manipularnos". En otras palabras es quien sostiene que el ser humano hace de la manipulación un estilo de vida, pero no la ejerce sobre todos, sino sobre aquellos que sabe que va a tener efecto.
A manera de resumen sobre el siguiente cortometraje son propicias las palabras de M. Gandhi cuando dijo: "Primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan; entonces ganas". ¡Disfrútenlo!
f. Idea
extraña o irracional que se opone al sentido común y a la opinión general.
Contradicción,al
menos aparente,entre dos cosas o ideas:paradoja entre el bien y el mal.
Aserción
inverosímil o absurda que se presenta con apariencias de verdadera.
ret.
Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que expresan
contradicción / La Paradoja es una Figura Retórica que consiste en la unión de
dos ideas que aparentemente, en un principio parecen imposibles de concordar.
Su función es invitar a la reflexión.
1. Paradoja del Disfrute:
"Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos" (Shakespeare).
2.
Paradoja de la Ceguera:
"Lo esencial es invisible
a los ojos. Sólo se ve con el corazón" (El Principito).
3.
Paradoja de la Improvisación:
"La mejor improvisación es
la adecuadamente preparada".
4.
Paradoja de la Cultura:
"La televisión es una
fuente de cultura, cada vez que alguien la enciende me voy a la habitación de
al lado a leer un libro" (Groucho Marx).
5.
Paradoja de la Ayuda:
"Si deseas que alguien te
haga un trabajo pídeselo a quien esté ocupado; el que está sin hacer nada te
dirá que no tiene tiempo".
6.
Paradoja del Dinero:
"Era un hombre tan pobre,
tan pobre, tan pobre, que lo único que tenía era dinero".
7.
Paradoja del Tiempo:
"Vete despacio que tengo
prisa".
8.
Paradoja de la Tecnología:
"La tecnología nos acerca
a los más lejanos y nos distancia de los más próximos" (Michele Norsa).
9. Paradoja de la Felicidad:
"Mientras que
objetivamente estamos mejor que nunca, subjetivamente nos encontramos
profundamente insatisfechos". (José Antonio Marina). 10.Paradoja del Sentido:
"No llega antes el que va más rápido sino el que sabe dónde va" (Séneca).
11.
Paradoja de la Sabiduría:
"Quien sabe mucho,
escucha; quien sabe poco, habla. Quien sabe mucho, pregunta; quien sabe poco,
sentencia".
12.
Paradoja de la Generosidad:
"Cuanto más damos, más
recibimos".
13.
Paradoja del Conocimiento:
"El hombre busca
respuestas y encuentra preguntas".
14.
Paradoja del Humor:
"La risa es una cosa
demasiado seria" (Groucho Marx)
15.
Paradoja de lo Cotidiano:
"Lo más pequeño es lo más
grande"
16.
Paradoja del Silencio:
"El silencio es el grito
más fuerte" (Shopenhauer).
17.
Paradoja del Expertise:
"No hay nada peor que un
experto para evitar el progreso en un campo".
18.
Paradoja de la Riqueza:
"No es más rico el que más
tiene sino el que menos necesita".
19.
Paradoja del Cariño:
"Quien te quiere te hará
sufrir". 20. Paradoja de los Sentimientos (y la Lógica):
"El corazón tiene razones que la razón no entiende" (Pascal).
Una falacia es un razonamiento no válido o incorrecto pero con apariencia de razonamiento correcto. Es un razonamiento engañoso o erróneo (falaz), pretende ser convincente o persuasivo.Todas las falacias son razonamiento que vulneran alguna regla lógica.
DE LAS COSAS ANTIGUAS
Todo lo antiguo es bueno, lo moderno malo: si algo ha resistido siglos, algo debe tener la esclavitud y la desigualdad de las mujeres.
EXCEPCIÓN
Para que te llamen pintor o
escritor debes haber pintado o escrito más de una vez; pero para que te llamen
asesino, basta que lo hayas hecho una sola vez.Esa es la única excepción.
CASO
JUZGADO
Sólo podemos ser juzgados por
lo que hacemos realmente, no por lo que decimos que habríamos hecho.
TERRORISMO
“O están con nosotros, o están con los
terroristas”: George W. Bush.
PREDICCIONES
(Léase
astrólogos y demás analistas económicos o políticos) Son
aquellos que recuerdan a bombo y platillo las que acertaron, pero olvidan las
que fallaron.
LEALTAD
¿Debe ser leal un patriota a su
gobierno, a su pueblo o a lo que percibe como los intereses o valores de su
país? En tu trabajo, ¿guardas lealtad ante todo a tu grupo, tu área, o tu
compañero?
LIBERTAD
Si eres libre de decir lo que
quieras, ¿eres libre de hacer en público acusaciones falsas sobre otros? En un
país libre, ¿no hay una lista muy larga de cosas que no debería ser libre de
hacer?
OPINAR
Todo el mundo tiene derecho a
opinar, pero a hacerlo desde un lugar privilegiado es discutible.
POLÍTICA
Hay quien dice muchas cosas en
una campaña electoral y luego dice que hará lo que crea conveniente aunque
antes hubiera dicho que no lo haría.
SENTIDO
COMÚN
Decir
que es puro sentido común es una forma de desplazar la responsabilidad de tener
que explicar por qué pensamos lo que pensamos a algún juez mítico de la razón
ordinaria.
SOBRE HECHOS CONOCIDOS
Nadie estaba presente cuando apareció la vida en la Tierra. Por consiguiente, cualquier afirmación sobre los orígenes de la vida debería considerarse una teoría, no un hecho narrado.
Quienes sostienen que existe una distinción real entre las células que todavía no son una persona y un humano plenamente formado no son refutados en modo alguno por la observación de que son incapaces de decir en qué punto lo uno se convierte en lo otro.
Mientras estaba en la sala de
espera, vino una mosca y se posó en mi brazo izquierdo. No hice el ademán de
matarla por el asco que producen sus fluidos cuando las aplastas. Pero nada más
posarse ella en mi brazo y mirarla, para que la mosca se fuera: cuál fue mi
sorpresa que, en lugar de desaparecer volando, cayó al suelo. Se cayó con las
alas hacia abajo y las patas hacia arriba. Se me hizo extraño que cayera de
esta forma y que no pudiera levantar el vuelo. Algo le pasaba a la mosca porque
lo normal es que las moscas sean muy prevenidas, porque cuando alzas la mano
para matarlas levantan el vuelo y desaparecen o regresan posándose en otro
sitio de tu cuerpo. Entonces suele ocurrir que, como llevas la mano con cierta
velocidad, para sorprenderla, además de la frustración de no haberla matado,
uno suele darse un golpe que al final duele.
Pero aquella mosca, la que se
posó en mi brazo, al despegar no voló, se cayó patas arriba. Estuvo aleteando,
supongo, queriendo darse la vuelta. Como digo, no lo conseguía.
Podía haberla pisado, pero me contuve. Se me ocurrió que a lo mejor la mosca
estaba ya en las últimas y que se iba a morir, y que yo, por primera vez,
podría observar la muerte natural de una mosca. Porque, salvo los que trabajan
como investigadores en laboratorios, no creo que muchas personas hayan asistido
a la muerte natural de una mosca. Yo tenía un libro aquella mañana, y alternaba
la lectura de cada frase con la contemplación de la supuesta agonía de la
mosca. Digo supuesta porque yo realmente no sabía lo que le pasaba. Puede que
estuviera perfectamente, pero que al salir de mi brazo, y como la baldosa del
suelo es blanca, a lo mejor no supo calcular y se encontró con las alas sobre
el suelo y las patas arriba. Estuvo aleteando, cada cierto tiempo. El sonido
del aleteo me garantizaba que aún seguía con vida, así que aprovechaba para
leer alguna frase de mi libro. Cuando iba remitiendo el movimiento de sus alas
dejaba de leer para observar a la mosca, porque, como digo, creía que estaba
asistiendo al trance de la muerte de un insecto: porque a los insectos siempre
los matamos aplastándolos o fumigándolos y los que vemos morirse se mueren
porque los matamos. Pero sabemos que también se mueren de forma natural, pero
nunca los vemos, siempre los encontramos muertos, sin haber asistido a su
agonía. De ahí mi curiosidad. Y cuando volvía a aletear, miraba otro poco el
libro.
II
Temía no solo que viniera
alguien y la pisara y me perdiera verla morir de forma natural. Pensaba en esto
cuando apareció una auxiliar del Centro Médico. Venía de la planta superior del
edifico, donde están los consultorios, para hacer algo en el mostrador de la
recepción, que estaba en la sala de espera. Y me crucé los dedos, temiendo que
la afanosa mujer aplastara a la mosca bajo su calzado de goma. Porque la mosca
estaba justo en esa área del umbral de la entrada por donde pisamos al entrar o
salir. Tampoco quería decirle nada, porque en este tipo de situaciones, cuando
quieres avisar a alguien para que tenga cuidado, su “susto” y extrañeza suele
llevarle a unos movimientos un tanto bruscos que le hacen estropear aquello que
justamente querías preservar. Así que mejor guardar la calma y no decir nada,
puede haber suerte y que pase sin pisar a la mosca. Como afortunadamente
ocurrió. Entró y su zapato pasó por encima de la mosca y ésta siguió con su
brrrrrr, y yo con mi libro.
La mosca siguió dando sus
brrrr, pero cada vez eran más lentos y breves y los momentos de silencio más
largos, y como los momentos de aleteo, que me garantizaban que aún estaba vida, eran más cortos, yo leía menos y
dedicaba más tiempo a observarla y verificar si aún movía las patitas. La
enfermera del Centro Médico que entró a resolver un asunto en el mostrador, se
disponía a regresar, pasando por la puerta en la que estaba la mosca, y yo al
lado observándola. Y otra vez me quedé quieto. Creo que si le hubiera dicho que
no pisara la mosca le habría parecido ridículo. Y esperé a que hubiera tanta
suerte como la primera vez. Es costumbre que la gente ande arrastrando los
pies. En realidad, no levantan ni posan el pie en el suelo sin arrastrarlo un
poco. Con estos pasos, como arrastrando los pies, emprendió la hacendosa el
camino de regreso. Y mi corazón empezó a latir un poco fuerte a medida que ella
se acercaba a la puerta donde estaba la mosca. Su pie izquierdo se quedó a unos
cincuenta centímetros de la mosca.