Cuando entendió que las líneas
de las manos eran como un instrumento de muchas cuerdas a las que podía hacer
vibrar de otra manera, decidió cambiar su destino. Así que el primer cambio fue
en la línea de la vida, porque vivir era sufrir. La siguiente alteración se la
produjo en la línea del corazón, pues todo lo que hacía con él terminaba en ingratitud.
El último cambio ocurrió en la línea de la cabeza, pues nunca entendieron lo
que ella hacía con el corazón. Sin embargo, mucho antes de tomar esta decisión final
ya había perdido la razón.©
9 de noviembre de 2013
CONCRECIÓN
La mujer en las palabras, Juan Osborne |
Cuando ciertas
palabras me llaman aguzo el oído. Luego cuando llegan a mis manos, las convierto
una a una en estalactitas de carbón. Pero ellas siempre traviesas, suelen cambiarse
por otras, se trasladan de sitio o se posesionan dentro de una frase silenciosa e inesperada. Ellas me hacen dudar al ocultarse entre mis propias sombras, así sean producto
de todos los razonamientos asociados a incontables imágenes remotas y nacientes.
Por todo esto, vuelven a caerse a modo de guijarros callejeros con alegría
repentina, reaparecen floreciendo cual piedrecitas resplandecientes y
recriminadoras cuando pudiendo decirlo todo con menos palabras, uso cien. ©
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