La culpa es
de Ulises por no estar en lo que tiene que estar. También es de Homero, por
estar enfrascado en relatar las aventurillas del héroe y no enterarse de las
peripecias de Penélope para no seguir siendo un símbolo de la fidelidad
conyugal. Y, sobre todo, de las redes sociales y de cuanta revista monográfica del corazón por callarlo
todo.
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