12 de abril de 2014
EL ASESINO
El hombre buscó refugio en mi
casa, y yo, sin pensarlo mucho, accedí a ocultarlo.
-¿Qué es lo que haces?,
inquirió la voz de mi mujer.
Al cabo de un rato el asesino
llamó a mi puerta ocultando también su miedo y me preguntó acerca del paradero del hombre
que andaba buscando.
Pero el sentido común me dictó
que debía mentir y responder que desconocía el paradero del hombre
que vi venir por la única calle del pueblo.
El desconocido, al escuchar mis
palabras apuntó que, dado que no se debe mentir bajo ninguna circunstancia,
debería entregar a su asesino, el hombre que permanecía frente a él. ©
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