|
Google |
¿Y
tú por qué dudas de mis palabras, acaso no sabes que yo siempre he esperado que
te fijes en mí? Y diciendo esto me rodeó por la cintura con sus brazos; confiando
un aliento dulzón en mis mejillas. Sin darme cuenta cerré los ojos cuando sus
labios rozaron los míos antes de dejar escapar una respiración silbante. La
conmoción recorrió mi columna al tiempo que se abrían nuestros labios y su
lengua se introducía hasta el fondo de mi boca mientras nuestras tres
compañeras intercambiaban miradas y risas clamorosas. Sus besos eran como
relámpagos y truenos que me impedían pronunciar
palabra alguna por mi evidente desamparo. Dejando escapar un gemido apreté su
cuerpo contra el mío mientras intentaba controlar mis extremidades temblorosas.
Empujó su lengua aún más hacia el interior de mi boca consiguiendo que mi voz no
fuera a oponer resistencia. Las muchachas gozaban de lo lindo al ver que estaba
acabando conmigo sin mi consentimiento con su lengua persistente y ardiente.
Tenía que parar, pero ¿Cuándo iba a terminar? ¿Acaso cuando acabara su
interminable beso? Pero no fue así.
©Guillermo A. Castillo