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Poco importa si te lo escriben o si te lo gritan cuando te dicen: “Te vamos a matar”. El frío más frío de todos se te va colando por los pies y te va subiendo lento, firme y despiadado por las piernas, las caderas, el estómago y cuando te llega al pecho, sientes que se te congela el corazón. Mejor dicho, todos los miembros de tu cuerpo se te entumecen. Quizá sea lo que se siente al morir. Eso reflexionó Juanjo Ladera después que sonó el teléfono amenazante.
Todo comenzó sin un por qué. Lo cierto es que después de esa sentencia, los balazos comenzaron a retumbarle dentro del cerebro convirtiendo su vida en una cadena de interrogantes sin resolver. Ya debe imaginar cómo funciona el cerebro en esa clase de situaciones. Lo único seguro es que ante aquella sentencia, comienzas a morir. Incluso, puedes escuchar el sonido seco del balazo que te ofrecieron pegarte justo ahí, en toda la frente.
Otra cosa es que no sabes a qué horas será, ni mucho menos cuando ni en qué lugar te esperan. Lo cierto es que esa rabia visceral que tienes, se te va acrecentando para convertirse en una indignación tan grande que se te transforma en miedo, pero Ladera no alcanzó a tenerlo porque sobre El Quebrador durmió el miedo hasta que se levantó después, deshizo la cama y se cubrió de sombras desde donde salió el tiro de mi revólver.©Guillermo A. Castillo.