Los dos hombres se miraron de arriba abajo. Eran exactamente iguales. Razón, por la cual,
uno de ellos se enfureció y se abalanzó contra el otro, porque cada impresión crea un enemigo. El espejo
estalló en varios pedazos: los dos hombres cayeron muertos, porque nadie
resiste ser el espectador de su propia vida. ©
22 de noviembre de 2014
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