Don Camilo Fortaleche decidió morirse. No tuvo necesidad de escoger ni el día ni el mejor método. Se murió de repente. Pero deberá responder en la eternidad por sus actos al incumplir el Decreto Municipal de su pueblo que prohíbe a los residentes, e incluso, a quienes se encuentran de paso, de ir más allá de los límites de la vida terrenal para pasar a la otra vida porque el poblado no tiene cementerio.©
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Visitas del mes pasado a la página
3,099
Translate
Especial: La novela en mil textos
Homenaje a Georges Méliés
Colegio Académico de Buga
Antología de minicuentos contundentes
ESCARABAJO

Revista Antología de amor y desamor: dos textos míos
Powered by
Issuu
Publish for Free
Revista Salvo el crepúsculo: microrrelatos de mi autoría.
Powered by
Issuu
Publish for Free