8 de diciembre de 2018

CASA ES DONDE SE VIVE



Solo tiene seis de frente por treinta de fondo. Estando adentro y después de haber avanzado hacia el interior, los seis metros se reducen. Seguí en mi condición de comprador. Fue cuando el joven asesor, se apresuró a decir: cómo lo puede observar señor, el área se reduce, pero no hay problema alguno por esta irregularidad, ¿verdad? Desde el punto de vista estructural ha sido reformada en forma total. No digo nada, sigo observando, tanteo y equiparo los puntos fuertes y esos otros detallitos que me permitirán más adelante contra ofertar. 

De los seis de frente, no quedan sino cinco metros. El comisionista sigue moviéndose, expone sus puntos de vista. Me invita a proseguir. Me señala allí, allá y más a allá. Miro la mampostería, los acabados, las habitaciones, los baños, el cielorraso… En fin, de cinco de frente pasamos a cuatro metros. Ya he recorrido quince metros de fondo. Busco señales de humedad, pisos que disimulen alguna irregularidad. El asesor toma de nuevo la iniciativa, me habla con conocimiento de causa, dice la verdad, es persuasivo, se comunica conmigo con fluidez, creo que para ser tan joven, domina el arte de la negociación. Mientras le respondo de forma afirmativa con la cabeza, advierto que el frente de la casa ahora se ha reducido más. Ya son tres metros menos. Entonces, lanzo la pregunta que él ha estado esperando: ¿De cuánto millones estamos hablando? Sé que revisa mentalmente mi pregunta con rapidez. Algo me dice que está volcado a la acción. Tiene agilidad mental. Me da una cifra. Pero soy yo quien debe ofrecer, ponerle un precio. Él solo quiere escuchar mi oferta.


Sabe que el cliente es lo primero. Tiene vocación de servicio y, por esa actitud que muestra, habla en positivo. Aconseja tener presente el ofrecimiento de otro oferente. Cruza los dedos, bueno eso creo. También yo. Aún no le manifiesto la cifra. Hago un repaso intencional de la casa que quisiera comprar, sin embargo los detalles no ocultan el conjunto de la situación. Le miro y sabe que quiero aventurarme con una cifra. Aguarda. Mi mirada recorre la casa: superficie, luminosidad, ubicación, distribución, estado... Los detalles son el diseño, recuerdo ahora. El muchacho, maletín en mano, se ha dado cuenta que no le queda más remedio que reinventarse un nuevo terreno de juego. 


Todo se ha reducido casi a la nada, a dos metros. Los primeros seis metros normales, los cuatros metros siguientes esenciales, los dos últimos metros la reducción de las ideas; es la pirámide de cualquier tiempo y lugar para guardar el zumbido de la ciudad. Esos dos metros finales de frente son la tortura tras los brumosos meandros de la incertidumbre que nos está obligando a vivir en cárceles confortables, en inmensos laberintos sin horizontes, hechos de cemento, hierro y acrílico. He perdido mi tiempo, todo ha sido un juego de reconocimientos. Saber qué y saber cuánto, cuánto debe ser, cuánto será. Pero no para hacer una oferta.

©Guillermo A. Castillo.

7 de diciembre de 2018

Entrevista a Guillermo Castillo, autor de “Uno de mi calle me ha dicho” por Roberto Augusto | Dic 6, 2018 |




¿Cuánto hace que escribes? ¿Eras de esos niños que soñaban con ser escritores?

Lo hago desde que me conozco, desde el día en que las primeras historietas colmaron mis manos por simple trueque o por unas monedas.

¿Qué sentiste la primera vez que tuviste un libro escrito por ti entre tus manos? A mí me parece algo fascinante…

Sin duda alguna. Cuando auto edité mi primer libro, La eternidad del instante, no podía creer que mi nombre estuviera impreso en su atractiva carátula, ni que fuera una realidad después de años de silencio y espera.

¿Cómo valoras tu primera experiencia con la autoedición?

Compleja, porque uno confía sus aspiraciones en quien dice saber hacer su trabajo, pero al final otra fue la realidad por no haber elegido bien. En suma, tuve muchos sinsabores de los cuales aprendí. Ahora estoy más sosegado, y eso, gracias a Letra Minúscula.

Háblanos de tu próximo libro…

Como escritor en ciernes estoy inmerso en un proceso creativo de “menor” a mayor exigencia. Asunto que no es cierto porque en la brevedad cabe todo. Es decir, mi primer libro está dedicado al cuarto género literario narrativo: el microrrelato. El actual contiene veintinueve cuentos cortos y, el próximo será una novela, cuya simiente es uno de los cuentos contenidos en mi segundo libro Uno de mi calle me ha dicho.

¿Qué tipo de libro van a encontrar los lectores de Uno de mi calle me ha dicho?

Encontrarán un libro con veintinueve cuentos cortos en los que se entremezclan las historias de diversos personajes y donde se dan cita el amor, la miseria y los anhelos situados en escenarios concretos, donde los personajes intentaran ser protagonistas de su propia (y mediocre) existencia en un mismo libro.

Eres también autor de numerosos microrrelatos. ¿Crees que vivimos la edad de oro de ese subgénero?

Desde luego, el microrrelato es, aparte de sus connotaciones ideológicas textuales procedentes de la posmodernidad, una especial forma narrativa en la que se extreman las estructuras formales canónicas del cuento. Por tanto su aparición, desarrollo y consolidación, tanto en el espacio público comercial-editorialista, así como en el ámbito escolar y académico, es de suma importancia en los tiempos de la generación del vertiginoso pulgar.

¿Es tan difícil publicar en Colombia en una editorial tradicional como en España?

Por supuesto. Y más cuando me presento como Guillermo Castillo y ese nombre no significa nada en el mundillo editorial. Todo escritor ansía que lo lean y que le digan lo bien que escribe, pero eso es difícil de conseguir. Será por eso que alguien por ahí dijo que ser publicado por editorial es una torre de sueños, y hasta de naipes.

Gracias por tu tiempo y mucho éxito.

2 de diciembre de 2018

¡Y AHORA TE TOCA A TI!


Escribe, a partir de la imagen anterior, tu microrrelato (y déjalo en Comentarios)

IBIDEM



—Voy a ser breve. Y con la discreta tosecilla que precedió no consiguió aclarar la voz en la nota de pie de página.©Guillermo A. Castillo.

GHOSTWRITER

Google
Dícese de la persona que escribe para y en nombre de otro. Algunos de los libros más populares de la historia han sido escritos por autores que tienen miedo de las noches y se encierran con su propio fantasma. ©Guillermo A. Castillo

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