CONTINUACIÓN
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¿Y
tú por qué dudas de mis palabras, acaso no sabes que yo siempre he esperado que
te fijes en mí? Y diciendo esto me rodeó por la cintura con sus brazos; confiando
un aliento dulzón en mis mejillas. Sin darme cuenta cerré los ojos cuando sus
labios rozaron los míos antes de dejar escapar una respiración silbante. La
conmoción recorrió mi columna al tiempo que se abrían nuestros labios y su
lengua se introducía hasta el fondo de mi boca mientras nuestras tres
compañeras intercambiaban miradas y risas clamorosas. Sus besos eran como
relámpagos y truenos que me impedían pronunciar
palabra alguna por mi evidente desamparo. Dejando escapar un gemido apreté su
cuerpo contra el mío mientras intentaba controlar mis extremidades temblorosas.
Empujó su lengua aún más hacia el interior de mi boca consiguiendo que mi voz no
fuera a oponer resistencia. Las muchachas gozaban de lo lindo al ver que estaba
acabando conmigo sin mi consentimiento con su lengua persistente y ardiente.
Tenía que parar, pero ¿Cuándo iba a terminar? ¿Acaso cuando acabara su
interminable beso? Pero no fue así.
©Guillermo A. Castillo
Ese beso profundo, de apuesta, de reto, en una chica que ha decidido que el chico sea "suyo", creo que es como las armas de destrucción masiva, no hay quien las pare.
ResponderBorrarMe ha encantado ese acto de agresión sexual de la lengua juvenil, de olor a lápiz todavía, de rabia hormonal para ser amada. Precioso y con fuerza tu texto. Un abrazo, porque un beso en este post sería confuso :-), desde España, Guillermo
Gracias por tus amable comentario. Por pura cuestión hormonal deseo ese confuso beso tuyo.
ResponderBorrarUn abrazo.