1 de agosto de 2010

¿DE CUÁL BICENTENARIO HABLAMOS?


Nos unimos a quienes sostienen que la historia está de moda, en especial, en nuestro país y sus vecinos al conmemorar doscientos años de vida republicana.
Si bien dichas celebraciones comenzaron hace meses, aún no terminan y van desde serios estudios e investigaciones que reevalúan y dejen en entre dicho hitos y mitos de esos procesos independentistas o revolucionarios, hasta la popularización de ciertos acontecimientos jocosos e históricos que dieron origen a la separación definitiva de España.
Sostiene el columnista J. López de Mesa-Samudio dicha celebración es aprovechada por la casta política e ideológos veintijulieros para manipular el discurso independentista acomodándolo a sus intereses y justificando sus exabruptos y excesos.
Más allá de la utilización personal y mercantil que se le quiera dar a este acontecimiento, creemos que es la oportunidad de hacer un alto en el camino y reflexionar acerca del devenir histórico de nuestro país y, sobre todo, de nuestra verdadera identidad. Sobre este aspecto, López de Mesa-Samudio llama la atención porque es "un tema recurrente de nuestra historia y las respuestas en verdad no solucionan la cuestión sobre lo que es ser colombiano".
Queda la invitación a recapacitar sobre el tema de la verdadera identidad nacional, libre de estereotipos, modas y símbolos ajenos a nuestra idiosincrasia. Bien lo decía el escritor David Sánchez Juliao con ocasión de otra de las muchas celebraciones -a nivel local-, que definitivamente el Himno Nacional de Colombia debería ser un porro en desacuerdo por la interminable tanda de himnos que tenemos hasta para celebrar "El día de Acción de Gracias".
Con lo anterior, nos preguntamos ¿De cuál bicentenario hablamos?, si se ignora a nuestros compatriotas negros e indígenas que tanto le aportaron a la causa independentista, dejando su lengua nativa, su sangre o su vida ante una causa que no fue la suya. Su sacrifico, su pecado fue ser considerado inferior ante el invasor, perdón, ante los exploradores europeos de un mundo perdido. La sola presencia de éstos los obligó a perder su identidad y su libertad.

Dejamos una muestra de la celebración del Bicentenario en nuestro pueblo, donde "las fuerzas vivas de la ciudad", desfilaron entre otros con cierto aire a alcanfor y un sospechoso tufillo intelectual empolvado como corresponde a los distinguidos miembros del Centro de historia.

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