| David González |
Ray Bradbury exige en su ensayo `Zen en el Arte de Escribir´ emprender una actividad creativa que entierre la tristeza y apueste por el goce de lo lúdico.
Ray Bradbury fotografiado por Michel Fainsilber |
Leamos la frase. Es de Ray Bradbury (Illinois, Estados Unidos. 1920), autor de Crónicas Marcianas. Dice así:
“Si uno escribe sin garra, sin entusiasmos, sin amor, sin divertirse, únicamente es escritor a medias”.
Con esta sentencia, Bradbury entierra la imagen romántica del escritor triste, bohemio y que sufre mientras pare su novela, relato o poema. El creador de Fahrenheit 451 así lo narra en su ensayo Zen en el Arte de Escribir, libro en el que aconseja no estar tan ocupado “en el mercado comercial” o en las tendencias “de vanguardia” y sí inmerso en nuestra experiencia vital, recuerdos o anécdotas cotidianas.
Sentimientos del personaje
En este libro, el escritor estadounidense apuesta por una escritura similar a un parte meteorológico. Su metáfora explicaría así que la narración debe informar de un tiempo “caluroso hoy” y “refrescante mañana”, aludiendo a los distintos estadios de ánimo que atraviesa el personaje literario.
“Para rescribir ya habrá tiempo. Hoy, ¡estalle, hágase pedazos, desintégrese! ¿Por qué no disfrutar de la primera [versión], con la esperanza de que su gozo busque y encuentre otros que al leer su relato también se incendien?”, nos pregunta Bradbury.
Narrar desde el recuerdo
En Zen en el Arte de Escribir, el autor también nos confiesa cuál es el modus operandi de su inventiva. Desde adolescente, Bradbury anotaba en un cuaderno escolar varias listas de sustantivos, títulos de relatos o provocaciones, como así les llama, para luego trasladarlas a alguno de sus relatos. La lista era como un detonante.
Emergían de estas enumeraciones recuerdos, como su miedo infantil a un tiovivo que años después se transformó en La Feria de las Tinieblas. Su arte de escribir es bucear en uno mismo, parece decir.
Lecturas como gimnasia
No en vano, además de las listas, también nos sugiere seguir una serie de rutinas diarias para que nos visiten las musas. En este sentido, se postula por leer todos los días: y no sólo narrativa.
“La poesía ejercita los músculos que se usan poco. Conserva la conciencia de la nariz, el ojo, la oreja, la lengua y la mano. La poesía es metáfora o símil condensado”, añade.
La dieta lúdica de la lectura tendría en el ensayo otro ingrediente. Ensayo y poesía, sí nos dice Bradbury, pero también nos invita a leer las obras literarias de aquellos escritores que narran como quisiéramos narrar nosotros.
“Sin duda mi tiempo es teatral. Está lleno de chifladura, desenfreno, brillantez, inventiva (…) Yo no quiero ser conferenciante esnob, ni reformador aburrido. Quiero correr, gozar (…), persiguiendo ideas”, escribe Bradbury.
Zen el Arte de Escribir es así un ensayo que, si bien el autor publicó en 1994, mantiene hoy su espíritu lúdico, su filosofía alegre, su pulso ejecutor contra ese cliché del escritor triste y atormentado, cualidad que, antes del libro de Bradbury, parecía suficiente y necesaria para pergeñar una buena novela o un excelente relato.
Nunca sufrir
Terminemos, por tanto, como empezamos, con una respuesta a una pregunta que se convierte en aforismo cuando es Ray Bradbury quien la contesta. El interrogante que se plantea el escritor americano y es cómo es posible crear sin ser “un despojo de nervios”.
“Todos los días de todas las semanas de todos los años hay alguien que lo hace. Atletas. Pintores. Budistas zen con arcos y flechas. Hasta yo puedo”, finaliza Bradbury.
Cuando terminamos de leer una frase así, nos imaginamos a su autor tal y como está retratado en la fotografía de Thomas Victor, que precede a los primeros párrafos de Zen el Arte de Escribir. La foto nos muestra a un escritor cano desplegando una amplia sonrisa, mientras casi acaricia el pelaje de un gato negro.
Me quedo con las lecciones de este maestro. Me empapo en ellas.
ResponderBorrarEn especial con el aspecto de disfrutar escribiendo. Es que si no, yo no veo sentido a esto de dibujar líneas de palabras.
Un abrazo.Gracias por compartir.
No he leído nada de este hombre, pero me están entrando unas ganas terribles de empezar ha hacerlo: gracias a ti.
ResponderBorrarEste libro que citas de Bradbury es estupendo para todo aquel que disfrute pegando palabras.
ResponderBorrarUn saludo,
Queridos amigos, fue don Sócrates quien dijo que "El grado sumo del saber es contemplar el por qué".Pues bien, aquí tenemos una razón más para saber y disfrutar escribiendo.
ResponderBorrarEntre tanto, yo disfruto leyéndoles a ustedes.
Recíprocos abrazos y saludos.
R.Bradbury, un grande y un genio en el arte de escribir.
ResponderBorrarUn gran ejemplo has elegido!!
Lejossss estoy.. ni lo pretendo, pero lo sigo a morir.
Yo solo atino a escribir sobre lo que siento con entusiasmo y mucho amor, tratando de trasmitir mi naturaleza y esencia de Ser en la vida.
Un abrazo enormeeeeee.
Doctora, gracias a ti por escribir. Ojalá tus pacientes reciban esas mismas píldoras de sensibilidad que reflejas.
ResponderBorrarsé que fue un visionario,
ResponderBorraraunque es un género lejano para mi
saludos
Así es Omar, fue en cierto forma fiel a uno de sus principios: alertarnos o prevenirnos acerca del futuro.Pero aún se puede leer, así sea por degustar su prosa.
ResponderBorrarSaludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarolá
ResponderBorraro encontrei neste mundo sem fim,
onde cada um fala do que gosta... e gostei!
Escrevo poesia - diferente poesia - nossas coisa são sempre diferentes e melhores. Ancestral!
Mª. Luísa
Maria Luisa, obrigado por suas palavras e basta olhar em volta aqui. Espero que não a primeira vez. Agora só temos de ler os seus poemas.
ResponderBorrarUm grande abraço.
Gracias por esta entrada.
ResponderBorrarCon tu permiso, me la guardo.
Abrazos