Con rabia me abrí el pecho y algunas aves salieron a picotear la confusa claridad. Exhibir mi cuerpo roto era herirme sin haberme apuñalado. Por eso, de la oscuridad fueron hacia la luz persiguiendo las insondables palabras que como hojas perezosas ahora caen sobre su vuelo inicial. Hoy decidí sacar del cajón viciado de mi pecho, las volátiles consternaciones que un día me escribiste.©Guillermo A. Castillo.
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Realmente bueno. Un excelente texto.
ResponderBorrarUn abrazo
Por que te aprecio te creo, pero si no fuera así, te sigo creyendo.
ResponderBorrarUn abrazo.
Julio David cordial saludo. En efecto, me desahogué.
ResponderBorrarGracias por dejar tu impronta en este lugar abierto a todas tus opiniones. Un abrazo.