Te deseo la mejor de las suertes; y si tú quieres, te devuelvo las chocolatinas, las cartas, las tarjetas y las servilletas donde escribiste sobre nuestro amor. El problema es que no hay carteros en quien confiar, por eso te perdí.
©Guillermo A. Castillo
El rosario de la madre era un regalo de hecho, muy pobre. Las chocolatines, quedatelas, siempre van bien.
ResponderBorrarEn un sobre metes los pañuelos usados de secar lágrimas, y que de franqueo en destino :-). Un abrazo, desenamorado
De hecho, todas esas reliquias quedan en la memoria. ya no hay tiempo o lugar para guardarlas.
ResponderBorrar;)