Cuando levanté el puño por enésima vez sobre el cuerpo objeto de mi crimen, hubo una fracción de tiempo en que vi mi designio y la suerte de mi víctima. Sólo que al verme con el brazo izquierdo levantado, comprendí que no era mi decisión optar por la vida o la muerte. Asesté el golpe final y desde entonces no se volvió a tener un PC en casa.©
30 de marzo de 2012
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muy ingenioso
ResponderBorrarsaludos