Con rabia me abrí el pecho y dispersas aves fugaces de leche y miel salieron a picotear la confusa claridad. Exhibir mi cuerpo roto era herirme sin haberme apuñalado. Por eso, los apresurados jinetes de la oscuridad fueron hacia la luz persiguiendo las insondables palabras cual hojas perezosas que ahora caen sobre su propio vuelo inicial. Hoy decidí sacar del cajón viciado de mi pecho, las volátiles consternaciones que un día me escribiste. ©
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Qué poético y bonito!
ResponderBorrarMe ha encantado.
Rezuma un gris que quiere metamorfearse. En palo de rosa, tal vez.
ResponderBorrarMe ha gustado el ritmo en especial.
Un saludo.