En medio de la atmósfera desoladora que inundaba el lugar,
algo le decía que estaba sobre la verdadera pista para descubrir el misterio,
continuó por aquel paraje de repentinos y enigmáticos acontecimientos capaces
de vulnerar las más férreas voluntades. En ese mismo instante fue cuando descubrió que no es posible pujar ruidosamente antes de pasar la página antecesora al final. ©
FINAL
Cuando el zancudo se posó sobre el atormentado pié, su
presencia fue advertida en el momento en que se disponía discernir entre el talón y el tobillo del anónimo escritor. Cuando por fin se decidió, un golpe certero lo dejó tendido siendo un punto
negro en medio de un dantesco charco de sangre perteneciente a su agresiva
víctima. ©
El zancudo acabó su vida entre el aire irrefrenable de mi mano en su descenso y la piel de mi pie, ya iniciando la hinchazón.
ResponderBorrarPor un verano sin mosquitos.
Un cordial saludo
Albada, poeta insigne, te quedó perfecto.
ResponderBorrarCaluroso abrazo desde la distancia azul.