Mi mano casi temblorosa buscó
la fuente inagotable de placer entre cálices sanguíneos y coronaciones nerviosas,
para provocar su voluptuosidad y poner en marcha arcanos mecanismos de excitación.
Luego mi lengua como pluma
ligera, incitó aquellos senos, avivando inesperados cambios de temperatura, mientras
la aliada lubricación se encargó de que aquellos movimientos placenteros se acrecentaran
más.
Ella vanamente quiso
resistirse, pero sus senos aceitunados fueron atraídos por mis labios que, fueron
leves al principio y más fuertes después hasta apretarlos para culminar siendo
un delicado y acompasado viento.
El placer fue en aumento por el
movimiento de mis infinitos dedos, que
ahora, y de forma rápida, se colocaron sobre cada aureola con más presión. Fue
entonces cuando un inevitable instinto salvaje, se confundió entre masajes con
pellizcos y mordidas suaves hasta producirle un profundo infierno por el espasmo
que la quemó.
Pues no sé cómo se vive esa experiencia desde el mundo del otro lado de los sentidos.
ResponderBorrarPero es un texto muy evocador y realista, sin perder la suavidad y elegancia.
Un abrazo.
Alabada, desde lo tú llamas el otro lado te lo digo y deberías decírmelo sin tapujos desde el tuyo. Un abrazo para ti.
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ResponderBorrar¡Vaya!La censura como medio y como fin pasó por aquí por una imagen afrodisíaca.
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