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Cuando Penélope labraba la gran
tela, descubrió que se deshacía sola en cada nueva hilera. Desde entonces, dejó
el sentido del deber que todos le conocieron durante veinte años, y se dedicó a
tramar engaños para ocultar las causas de su fogosidad permanente por el cerrado
asedio de sus pretendientes. ©Guillermo Castillo.
Recuperado de: http://www.microrrelato.es/?p=10895
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