4 de marzo de 2017

MIS CULPAS

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En el pueblo, el paro cívico no produjo hechos que lamentar. A eso de las tres de la tarde los manifestantes, que lanzaban consignas contra el burgomaestre, fueron dispersados por la policía.

Sin embargo, un hecho aislado ocurrido en el bar Virgos, empañó la tranquilidad de todos cuando fue asesinado Candelo Valencia. Algunos medios locales dijeron que se trató de un crimen político; otros, en cambio, sostienen que se trató de un lío de faldas.

Digo esto porque estando en el balcón de mi casa, presencié el paso del cortejo fúnebre de aquel hombre público, con tan mala fortuna para mí, que cuando era llevado en hombros por algunos de sus copartidarios, pude observar a través del cristal del ataúd, el rostro maquillado del cadáver. Desde entonces, cuando intento conciliar el sueño, veo aquella máscara siniestra adornada con algodones en la nariz.

No habían caminado cien metros cuando los serpenteantes hombres pasados a aguardiente Juanchito, dejaron caer el ataúd. Todos quedamos horrorizados, aunque a él no pareció importarle mucho por estar acostumbrado a toda clase de excesos en la vía pública.

Sí, cada noche el miedo se pinta en mi rostro. Su rostro no se aparta de mi miedo. El miedo, como un viento helado, viene hacerme confesar mis culpas.©Guillermo A. Castillo.

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