Vendrá. Sobre mí derramará
sus cabellos y su fragancia particular. Entre tanto iré por su piel invadida de
radiantes soles. Vendrá puntual como todas las tardes y en sus labios frutales
me descubrirá. Todo está listo: la mesa y este constante extrañar. Es tarde.
Las hormigas se llevaron las últimas harinas de mi esperar. ©Guillermo A. Castillo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
La espera esperanzada y la real realidad.
ResponderBorrarUn abrazo
A decir de alguien también sirven quienes solamente soportan y esperan.
BorrarUn abrazo para ti Preciosa.
Debería haber ido, o quizá le ocurrió algo?
ResponderBorrarEse es el dilema.
BorrarGracias por participar.
La cuestión es saber cuándo deja de tener sentido eso de esperar por la otra persona...
ResponderBorrarSaludos,
J.
Ese es el gran dilema: esperar o no esperar.
ResponderBorrarSaludos
Al principio uno espera..., despues uno se hace esperar.
ResponderBorrarSaludos
me gusta como escribes corto simple facil de entender
ResponderBorrarun abrazo desde lo lejos
Me gusta que dejes con tu estilo tus comentarios sobre este querer hacer mínimo.
BorrarUn abrazo te busca.