El hombre venía caminando y de
su morral colgaban numerosos objetos de metal, el sonido de esas cosas golpeándose entre sí alertó de su presencia a un grupo de jóvenes
apostados en la acera. Cuando lo vieron venir hacia ellos tuvieron la impresión que traía entre los labios un cigarrillo haciendo parte de ellos. Por su
actitud, movimientos y el amenazador brillo de su mirada, los hizo pensar en lo peor.
El comerciante lo miró
fijamente de arriba abajo. Seguirlo con mi tuertez detrás de los lentes oscuros
me ayudará a saber qué pretende. Al advertir su presencia me dio mala espina.
Lo mismo ese quedarse mirando como buscando a qué echarle mano. Espero me dé la
oportunidad de darle su varillazo.
La vecina lo contemplaba
expectante entre las cortinas de una de las ventanas de su apartamento. Con ese
mal aspecto, ese sujeto encontró la forma de hacerse notar en la calle. Por
algo será, pero tipos como él, no inspiran confianza. Vamos a ver cómo se
comporta en su paso por la joyería, pues parece ser más hábil que los merodeadores esos de por aquí.
Como policía, y con el peso de
treinta y cinco años de servicio a mis espaldas, como siempre, me haré el de la vista
gorda. No quiero tener problemas con nadie, ni voy a comprometer mi pensión que ya la tengo más que
asegurada. Tal vez llame a la Central. Espero que el soplón de turno no lo
ponga en alerta. Cuando la agitación de la gente sea considerable, me iré con
sigilo en mi bicicleta. Así no tendré velas en ese entierro. Mi pensión y mis
cervecitas me esperan. ¡Qué carajo! Esa lacra, tarde o temprano va a salir con
los pies por delante. Un par de tiros se los tienen listos, ya sentirá su calorcito
a su debido tiempo. ¡Muchos están dispuestos a pelar a todo el que sea largo de manos!
El vendedor estacionario suspira
para liberar la tensión del día, nada ha vendido ni para tomarse un tinto, observa
suspicaz. Ese hombre tiene aspecto de no ser de aquí, se está fumando un cacho
de marihuana. La forma de aspirar lo delata. Le pediré que se pise de esta
calle o, de lo contrario, lo sapeo con el patrón. ¡A lo bien!, ¿Sí o qué?©Guillermo A. Castillo
Ser sospechoso. Por aspecto, por ser de afuera, por diferente. Lindo relato. Poliédrica visión del sujeto , quien podiposer tan sólo un turista coleccionista de aperos metálicos, abundantes en la zona.
ResponderBorrarMe encantó. Un abrazo
Ser sospechoso o ser extranjero para el asunto contado es lo mismo. Y al lado de las dos orillas del Atlántico ni se diga cuántos casos,
ResponderBorrarGracias por estar aquí.
Son los prejuicios los que pesan, y condenan, sin dar tiempo a ver qué hay dentro del otro.
BorrarUn abrazo
Decir más de mi parte, es redundancia.
Borrar:)
interesante los giros que les das a tus historia
ResponderBorrarun abrazo desde aqui
los giros de la vida, diré yo.
BorrarGracias, abrazos.