Esa tarde en la ciudad hacía un
calor intenso, calor de tierra sedienta, calor de tierra desposeída. El
detenido sacó su pañuelo y se secó el rostro mientras escuchaba el sonido
jadeante de su respiración producto del fallido intento por ocultarse.
El vendedor ambulante, saludó
de forma amigable al joven. Aproveché la ocasión cuando me di cuenta que el
hombre esperaba poder abordar un bus que lo llevaría fuera de la ciudad. Por su
forma de hablar comprendí que se trataba de un tipo al que podía hacerle contar
varios Bolívar sobre Santander, es decir, sacarle unos buenos pesos.
Cuando lo interrogué, el
detenido aseguró que había sido estafado al serle vendida una mezcla extraña de
hojas de hierba y flores. Todos los presentes en el interrogatorio, incluido el
inspector de policía, se rieron en forma desentonada del detenido al escuchar el
informe policial.
Marihuana era lo que yo
esperaba comprar, pero no fue así. Al parecer es mierda de caballo, ¿no? ¡Me
robaron todo el billete! En la calle me salió ese tipo para venderme lo que no
era, algo me decía que por ese precio no debía decir que sí. Pero ese man me
vendió el paquete premiado y mire usted en lo que he terminado.
El periodista encargado de la
sección judicial del noticiero del medio día, lo interpeló de forma directa:
¿Usted vende mariguana? No, yo sólo consumo. ¿Si me entiende? El
detenido, en su declaración afirmó que aceptó hacer el negocio porque le
aseguraron que era de la mejor y a buen precio.
Como buen vendedor le vi la
cara de marihuanero ansioso pero, apenas lo vi dudando, pensé que cada segundo
transcurrido era en contra mía, así que le garanticé que se trataba de la buena
y al mejor precio.
Al verme la cara de campechano,
me imagino que dijo: Éste es el mío. Cuando menos pensé, yo estaba corriendo
porque repentinamente el tipo ese me mandó a desaparecer del lugar lo antes
posible. Fue cuando decidí subirme a bus sin estar autorizado. Allí comencé con
disimulo a fumarme el primero, fue cuando me di cuenta de la vaina.
El inspector, para evitar
cualquier suspicacia, sometió la mercancía al análisis químico establecido en
la Ley. Al practicarse la prueba oficial se informó que no se trataba de
alucinógeno alguno. Informado del resultado, el detenido insistió en decir que
se sentía estafado. Me siento robado, insistió el detenido. Pues sólo quería
fumarme un cigarro e irme en el siguiente bus, pero me salió un gran pelotón de
caballo. La policía, sin embargo, afirmó que no es el primer caso que
ocurre, pero que en este tipo de situaciones no hay denuncia alguna, por lo que
a nadie se le puede juzgar por estafa.©Guillermo A. Castillo.
Jaja. Muy bien llevado. Eso de fumar hierba, para quien lo hace, me parece bien. Dar manzanilla o cualquier hierba en vez de marihuana, imagino que sólo se la venden a algún extraño, y aquí era el caso.
ResponderBorrarMuy divertido de leer. No hay estafa demostrable. Un abrazo
Dicen que la sinceridad del engaño es un engaño eventual. Pero también es cierto que "El arte de agradar es el arte de engañar".
ResponderBorrarUn abrazo va para ti.