La cámara lo dice todo. Clisman
yace en la cancha y convulsiona. Tiene la cabeza lavada en sangre. Gritos van,
gritos vienen a su alrededor ¡Está muerto!, dicen. ¡Todavía respira!, insisten
otros. Dos agentes se acercan al cuerpo boca abajo, le dan vuelta con torpeza y
lo levantan. Es un niño con los ojos vacíos. Lo llevan cargado hasta una
camioneta y se van. Un perro negro corre con su aullido lastimero tras ellos.
Más gritos. Alguien pregunta si le tomaron la placa al agente que disparó. La
cámara guardó silencio.
Clisman recibió un disparo en
la nuca saliéndole por la frente para seguir su trayectoria criminal. Aun así,
el comandante pide a la comunidad que “no estigmaticen a los agentes” por lo
ocurrido y afirmó que “rechaza la violencia contra la sociedad”, agregó la
radio local.
Clisman
estaba viendo un partido de fútbol. Detrás suyo vino una voz que llamó
“aguacates” a unos policías y estos procedieron agresivamente. Fue cuando
Clisman intervino en defensa de su hermano menor, sólo que una bala perdida
tomó la delantera para matarlo. ©
Bueno, a mí me has dejado sin palabras. "Aguacates" ¿Es un insulto en tu país? Porque de lo contrario, no lo entiendo.
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ResponderBorrarPara la policía sí, por el uniforme de color verde.
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