Espero que entiendas mi
cobardía por despedirme dejando una carta sobre tu escritorio, pero el muro de
indiferencia que has levantado día a día entre nosotros es tan alto que con
este epílogo termino nuestra historia en común. Sí, me marcho, hoy inicio una
nueva vida al lado de la persona que sabe escuchar cuando le hablo, su mirada cálida
dice que le importo, su mano apretando la mía transmite todo el empuje que
necesito para materializar mis sueños… con un abrazo acogedor sugiere que desea
hacerme feliz.
Hoy cambio la hostilidad
permanente de tu rostro por la sonrisa cómplice del suyo, tus silencios
cargados de ocultos reproches por el dialogo enriquecedor, la soledad de
nuestro dormitorio por la dulce intimidad de su pequeña alcoba, reniego de tu
brusquedad masculina para refugiarme en la seductora fragilidad de… María.
Mª Jesús Mandianes
http://reinaloba.wordpress.com/
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