-¿Se enteró?, me dice,
apuntándome al estómago con el periódico doblado. Y de manera inclemente fue
relatándome los detalles con sobrada espectacularidad.
El supuesto crimen me hechizó.
Durante semanas, la vieja y yo seguimos con creciente morbosidad los
detalles del crimen publicados en el Extra.
Una tarde, al pasar por la Administración
y preguntarle cómo andaba el asunto, ella, desde la ventana,
me contestó:
-Capturaron al asesino: se declaró
culpable.
- ¡Vaya! -exclamé-. Pero, ¿cómo
lo descubrieron?
-Su letra, su maldita letra de
médico en una libreta de apuntes.
No quise escuchar más. Era innegable.
Todos los crímenes se revelan por lo mismo de siempre: el nexo. Mientras subía escalón
por escalón escuché la voz de la vieja.
-Al final, doctor, vendrán por nosotros. ©
Muy bueno ese final.
ResponderBorrarLos nexos como pistas acaban por designar los posibles autores de las pequeñas y grandes cosas.
Un cordial saludo.
Cada día tiene su propio afán y nosotros nuestras propias angustias. ¿No crees?
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