-Qué bonita estabas ayer por teléfono.
-Y a ti se te escuchaba la voz con sabor a fruta madura.
-Vi como tu boca tenía una sonrisa propia de un dibujo.
-Sabes, mientras me hablabas, mis manos te buscaban en silencio.
-Y yo, me hundía en la profundidad de tu cabello.
-En fin, tú temblabas como la luna en el agua.
-En cambio tú, luchabas mientras te apagaba ese grito de auxilio que nadie escuchó.©
Guiller, paso por acá, leo y me imagino que alguno de los dos personajes está detrás de una cortina.
ResponderBorrarSaludos.
Eskimal: Donde quiera que estén ellos nos están observando y tramado una situación inesperada.
ResponderBorrarPor aquí te estaremos esperando.
Gracias por tu comentario