Son calles por
donde pasa el extraño caminar.
Calles
curvilíneas de dudoso buen gusto,
de techos
latosos y de huidizas sombras.
Desaparecieron
las antiguas casas donde el amor
supo esperar
bajo el espejo lunar.
Ya no quedan
esas calles de tiempos mejores
para darle
paso al vértigo, a los recuerdos rotos
sobre una
cinta de asfalto de carbón hirviendo
y piedra
fundida como muros
que se
derrumban en el mismo suelo.
©Guillermo A. Castillo.
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