Siempre rezo: antes de entrar y
salir de mi casa. Es más, no dejo de persignarme cuando paso de una habitación
a otra porque en cada habitación de la casa, hay un santo con ojos de siervo
degollado. Rezo el rosario por las tardes cuando mi madre enciende la
televisión para escuchar a una monja regordeta y camandulera como sacada de las
pinturas de Botero. ¡Si ustedes supieran lo que es tener miedo! Rezo cuando me
despierto a media noche porque me da miedo pensar que si grito, me va a salir
eso que siempre se esconde detrás de las puertas y de mi armario. ©Guillermo A. Castillo.
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Los terrores de los niños, cuánto pesan. Me resulta doloroso cómo nos reímos de esos miedos, religiosos en muchos casos. Producen pesadillas diurnas también, como bien reflejas.
ResponderBorrarMuy buen texto. Me ha encantado. Un abrazo
De acuerdo, Albada, muchas de esas pesadillas que tuvimos, fueron inducidas como mecanismo de control, que fueron motivo para avergonzar a quienes las tenían.
ResponderBorrarA eso nos exponemos cunado perdemos la cordura.
ResponderBorrarSaludos y éxitos desde la distancia .