Basílica del Señor de los Milagros- Buga. Google |
La condición, sin embargo, era que la foto se tomaría cuando el reloj de una de las torres marcara las dos de la tarde y cuando el mayor y más sonoro campanario del país de cinco campanas francesas anunciaran la hora señalada con sus notas respectivas, y cuando sin hacerse esperar, resonaran los clamores, las plegarias y las vivas al paso del santo patrón en hombros de sesenta y cuatro caballeros de rigurosa etiqueta.
Y así fue. La romería para ser contenida obligó extender doble fila de voluntarios con el propósito de evitar que aquella multitud se cerciorara de cómo quedó fulminado aquel peregrino por un inofensivo dispositivo fotográfico, que actuó como fuente de luz artificial instantánea, al iluminar el último momento de su vida en tan reducido espacio.©Guillermo A. Castillo.
Es sabido, quienes anhelan la perfección, acaban perfectamente muertos...
ResponderBorrarSaludos,
J.
La perfección es obsesiva. Y eso es un defecto en quienes la buscan en una perfecta flor.
BorrarGracias.
Los perfeccionistas llegando a límites. Esa catedral es muy bonita, por cierto. Buen texto. Me encantó.
ResponderBorrarUn abrazo
Siempre estamos intentando que las cosas salgan perfectas en todo nuestros actos individuales, porque conseguirlo en la vida es realmente difícil.
BorrarUn abrazo.