Corregimiento de La Habana, Buga |
—¡Córrase pa´ya que a mí no me gustan los rincones! —desaprobó su mujer que a duras penas se agarraba del asiento.
—Vicente, ¿vos por aquí? Preguntó Manuel al hombre que iba a sus anchas en el lugar de los músicos.
— Así es don Manuel, ¿y usted para dónde va?
—Vamos para Diostedé.
—¿Vive allá?
—No. En Guadualejo. ¿Y usted qué, Vicente?
—Ahí.
—¿Y tu hermano Daniel?
—¿Y tu hermano Daniel?
—Allá en Guadualito, haciendo nada.
—¿Y tu otro hermano… Milciades?
—Ese se echó a perder.
—¿En serio, cómo así hombre?
—No volvimos a saber nada de él.
—¿Qué va, y eso?
—Los malos negocios.
Los dos
hombres guardaron silencio porque hay calores que la sensatez prende y que no
existirían sin el riesgo que avivan.
©Guillermo A. Castillo
Esos temas que mejor no tocar, porque son fuegos que siguen ardiendo bajo las cenizas aparentes.
ResponderBorrarMuy bueno. Un abrazo, desde España
Un abrazo también para ti.
ResponderBorrarCuanta gente se fregó por los malos negocios
ResponderBorrarAbrazos
Por la ambición o por echarle zancadilla a los demás.
ResponderBorrarSaludos ingeniero.
Esas cosas que la prudencia recomienda no atizar...
ResponderBorrarUn saludo.
Don Alfred, muchas gracias por su comentario, espero no sea el último. Saludos.
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