Sólo Tofiño, con su
involuntario temblor se concentraba en escurrir la última gota escondida en la cuarta
botella y la joven mesera, por su parte, me inducía a ir más allá de lo que mi
ebria imaginación podía, al consentirme recorrer con cien ojos sus curvas vehementes. Ella,
sabiendo de lo que era dueña, volvía a sonreír después de una susurrante pregunta:
“¿Desea algo más?”.
Cuando las rezongas, los variados análisis y
los nervios se acrecentaron más, Leonel Álvarez, recuperó una pelota en terreno
propio y se la entregó al “Bendito Fajardo”, quien recorrió gran parte de la
cancha para luego asociarse, por primera vez, con el Pibe Valderrama una, dos
veces en tan solo unos segundos. Luego que recibiera, esta vez, el balón
cruzado del Pibe; Freddy Eusebio Rincón, un negro macizo y fornido, arrancó por
el costado derecho del estadio Giuseppe Meazza. Lo fue llevando un par de veces
con su pie derecho para luego patear suave y sutil, bajo las piernas de
Illgner, el portero alemán. Nadie daba crédito a lo que estábamos presenciando,
Rincón, con su boca abierta, corría gritando, moviendo sus brazos, poniendo a
celebrar a todo un país. Gerardo y mi persona hacíamos lo propio para confundirnos
en un solo abrazo, mientras Tofiñito comenzaba de forma inconsulta la quinta
cerveza a grandes sorbos en forma rápida y sucesiva por el fuerte deseo de
beber más allá de su control o hasta que su compulsión fuera gratificada. Era
el triunfo moral más valioso, el más sufrido. No solo porque clasificó a
Colombia a octavos de final por primera vez, sino porque fue el mejor paliativo
para mitigar tanta tristeza y tanta congoja juntas. Realizada la hazaña, todos aplaudimos
saltando de las sillas, para alivio del alma y como exorcismo contra toda
conjura.
-Vámonos; ya nos emborrachamos, ya nos
“canaliaron” y
nos dejaron pelados -dijo Gerardo- ¡Pero, empatamos, hermano! –Agregué con
furor-.
Hoy, 19 de junio, 24 años después, y por
coincidencias de la vida, Colombia, realizó una nueva hazaña al vencer a Costa
de Marfil con un cabezazo de James Rodríguez tras un cobro de tiro de esquina
de Juan Guillermo Cuadrado haciendo temblar el estadio Mané Garrincha de
Brasilia. Sin duda, era un día especial por el hecho también de cumplir años; aunque
mi amigo Arley, sostenga que por arribar a cierta edad, uno ya no se debe festejarlos,
sino conmemorarlos. Ocurridas esas gestas, ahora es cuando recuerdo que ese día
se escuchó en el bar la voz de Rubén Blades cantando:
Si tú crees
en tu bandera y crees en la libertad: ¡Prohibido olvidar!
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Crónica
escrita con motivo de mi participación en los Laboratorios de Escritura (LA-ES,
Nodo Sur: Popayán. 2014) organizados por el Concurso Nacional de Cuento para
promover la narración creativa.
Publicada en la revista Forma Pedagógica No. 8 Universidad del Valle Sede Guadalajara de Buga. Diciembre de 2014. ISSN 2011-3358
Publicada en la revista Forma Pedagógica No. 8 Universidad del Valle Sede Guadalajara de Buga. Diciembre de 2014. ISSN 2011-3358
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